jueves, 17 de marzo de 2016

DÍA DE SAN JOSÉ


 INTRODUCCIÓN “MISA DE SAN JOSÉ”

El Papa Francisco tiene en su escritorio una imagen de San José durmiendo, soñando. Y así en su sueño cuida a la Iglesia, dice el Papa y cuando tiene un problema Él le escribe un papelito y lo pone debajo de la imagen para que lo sueñe e interceda por él.

En el Evangelio se nos dice que «José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer» (Mt 1,24). En estas palabras se encierra ya la misión que Dios confía a José, la de ser guardián, custodio, ¿de quién? De María y Jesús; A cada padre que está aquí presente Dios le ha dado una familia para cuidar y educar.

¿Cómo ejerce José esta custodia o protección? Con una gran ternura, con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como en los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús.

¿Cómo ejercen este cuidado los padres que están entre nosotros? Pues siguiendo el modelo de San José. Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio.

Nosotros tenemos que cuidar, hijos y padres, el regalo que Dios nos ha encargado que protejamos, nuestras familias. ¿Cómo lo hace José? Primero sueña y sabe escuchar a Dios en su sueño y en su silencio, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas. No toma ninguna decisión sin ponerse en manos de Dios antes y aprende a abrazar todas las circunstancias con mucho amor.
María 1º BACHILLERATO