domingo, 16 de octubre de 2016

REFLEXIÓN

ADORACIÓN EUCARÍSTICA PERPETUA

Cuatro años de Adoración Diurna y más de dos de Adoración Perpetua. Ése es el tiempo que llevamos en Almendralejo adorando al Santísimo Sacramento del Altar. Pero, ¿qué es Adorar?. Y, ¿a quién se adora?. ¿Por qué?.¿Cuándo?. ¿Cómo?. ¿Dónde?. 

Adorar consiste en reconocer la grandeza y majestad de un ser infinitamente superior a cualquier otro de naturaleza humana. Este acto conlleva la oración íntima, la alabanza incondicional, la súplica del perdón, la petición humilde, la contemplación espiritual y la acción de gracias personal .

El destinatario de la Adoración es Dios mismo, cuya presencia real en la Sagrada Forma la corroboró el Concilio de Trento: "En el Augusto Sacramento de la Eucaristía, después de La Consagración del Pan y del Vino, se contiene verdadera, real y substancialmente nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y hombre, bajo la apariencia de aquellas cosas sensibles" (Trento, 155l:Dz 874/1636).

La Adoración es un culto debido, exclusivamente , a Dios (latría), diferente al culto debido a la Virgen María (hiperdulía), a los Santos (dulia) y que está expresamente recogido en las Sagradas Escrituras cuando Satanás tentó a Jesús: "Al Señor tu Dios, adorarás; a ÉL sólo darás culto" (Mt. 4,10).

Para Adorar a Dios no se necesitan requisitos ni normas de clase alguna. Incluso pueden hacerlo, si viniere al caso, aquellas personas que pudieran estar alejadas de Dios y de su Iglesia. Numerosos testimonios ratifican este aserto. Porque para Adorar, sólo es preciso cierto grado de predisposición que, a veces, aparece de forma imprevista y natural. Muchos son los que, al pasar por una Iglesia abierta, penetraron en la misma con el deseo, a primera vista, de admirar las obras de arte que en su interior existieran. Y, suele suceder, que permanecieron allí para algo más. Y, suele acontecer, que salieron de allí de forma harto diferente a cuando entraron.

El momento puede ser cualquiera. De día o de noche. En días de fiesta o laborables. Con traje de gala o con indumentaria de calle. Pero, eso sí, con respeto, con educación, en silencio, en abandono total. Poco importa no saber qué decir o hacer. El Santo Cura de Ars, afirmaba: "Yo le miro y Él me mira'. Y con eso tenia bastante. Pues para el resto de los mortales es más que suficiente, simplemente, con contemplarle. O darle gracias por algún favor recibido. O contarle nuestras cuitas, problemas, necesidades, penas y, ¡por qué no!, también nuestras alegrías, proyectos y sentimientos. Y, por supuesto, pedirle cosas: solicitarle su perdón, suplicarle por un familiar enfermo, rogarle por un hijo extraviado, implorarle por un amigo alejado. ¡Son tantas cosas por las que podemos y tenemos que recurrir al Señor!. "Nos hace falta redescubrir la Oración, la contemplación" (Benedicto XVI).

La Adoración Eucarística Perpetua es un don de Dios y no un movimiento más de la Iglesia Católica. Pertenece a todos, no se excluye a nadie ni suplanta nada. No posee estatutos, no se abonan cuotas, no se rige por principios de jerarquía. Solamente es necesario: nuestra presencia en silencio, nuestro sentimiento de reverencia, nuestro gran deseo de comunicarnos con Dios y disponer de una hora semanal. Lo demás, lo pone el Señor. "El culto a la Eucaristía fuera de la Misa es de inestimable valor en la vida de la Iglesia " (San Juan Pablo II. Encíclica "Ecclesia de Eucaristía"). Porque quien adora, aún sin percatarse de ello, está colaborando con una nueva forma de evangelización, aunque no sea más que por su testimonio de adoración y de acercamiento al Señor del Universo.
 
Y es en los templos católicos donde se rinde este culto al Santísimo. En algunos, de forma permanente, continua, de por vida. Ésa es la veneración humana y cristiana de la Adoración Eucarística Perpetua que, en nuestro pueblo, Almendralejo, se presta en el Convento de las Hermanas Pobres de Santa Clara. Sus puertas siempre están de para en par. Como dijo el Padre Justo Antonio Lofeudo (MSE), "La Adoración Perpetua significa tener las Iglesia siempre abierta" (El Periódico de Extremadura. 16-05-2.014).

Desde el primer instante, al traspasar el cancel de este austero monasterio, ya estamos en manos de Dios y, aunque no le veamos, nos saluda con alegría, porque, para Él, no somos unos extraños. Está esperando que nos acerquemos a verle. Le gusta estar acompañado. Se entristece cuando se encuentra solo. Se le iluminan los ojos cuando ve entrar a alguien joven.

Así que, no lo pienses. Si te encuentras apesadumbrado, intranquilo, falto de algo que no sabes definir o, simplemente, deseas disfrutar o percibir qué es eso de la paz interior, de la soledad acogedora o del sano sentimiento de dar sin esperar nada a cambio, dirige tus pasos hacia el Convento de Santa Clara. Seguramente que el Señor, con los brazos abiertos, te dirá algo así como: "¡Adelante, pasa, siéntete como en tu casa!. Hace tiempo que te estaba esperando. Dime qué quieres. Y no tengas penas ni miedos, porque, a mi lado, sólo existe el amor, la alegría y la esperanza ".
¡Inscníbete!
Avelino Ruiz Cortés Coordinador General